miércoles, 2 de febrero de 2011

Egipto: los militares en el poder

Profesor de Entorno Político y Social - IPADE
Presidente Ejecutivo del CEGI
Twitter: @FelipeGyG

La gente lleva siete u ocho sin trabajar. Los salarios no pueden cobrarse. El mercado de valores ha caído en picada. Se requiere de orden y estabilidad ahora. Mubarak de irá en septiembre. ¿Por qué no esperar unos meses más? ¿Si han aguantado 30 años, por que no esperar ocho meses más? Existe un precedente histórico, cuando Marcos en Manila mando a las tropas a contener la revolución, el Ejército se puso del lado pueblo. Una celebre conversación telefónica entre Marco y  Ramos, el entonces jefe de las fuerzas armadas, puso fin al régimen e hizo posible la evolución democrática. “Suficiente, es suficiente”, le dijo Ramos a Marcos, y ese fue el punto final de la dictadura.

Parece que Mubarak ha decido enfrentar la crisis y resolverla. Estaría apostado por una transición más ordenada, en lugar de la una anarquía implosiva. Las protestas se podrían ir disolviendo y eventualmente la policía podría volver a imponer el control. ¿Será posible?

Tradicionalmente los militares han sido el soporte de Egipto desde la creación del República en 1952. Los militares han hecho posible la estabilidad. Deben estar preocupados de que no haya un golpe de estado de los mandos medios, en los que se observa un remanente islamista, que aunque ha sido reprimido, persiste. El Ejército ha sido saludado por los manifestantes y por la oposición, se ha contenido y no ha ejercido la represión. Los militares pueden ser la fuerza equilibradora. Son respetados y pueden imponer respeto, en una situación en la que ya nadie cree que pueda continuar por más tiempo.

La oposición está unida en torno a la idea del cambio. Saben que no quieren más tiempo a Mubarak, pero están divididos en todos los demás asuntos. La oposición está integrada por grupos muy diversos en cuanto a ideologías, creencias religiosas e intereses políticos.

Las expectativas y las apuestas que cada uno de los actores son muy elevadas. Mientras tanto el precio de algo tan esencial como el pan se ha más que cuadriplicado. En el 2008 los militares tuvieron que tomar el control sobre la producción del pan. Una masa hambrienta se convierte en una masa violenta. Y todos esperan que los militares puedan asegurar el abasto, mantener los precios y garantizar la distribución.

Una salida posible al conflicto en el corto plazo, es que los militares operen la transición. Dado el caso, esperemos que sea una auténtica transición a la democracia, a la mejora de las oportunidades, a la equidad y a la igualdad, que tanto desea y necesitan las personas de ese pueblo.

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