miércoles, 24 de diciembre de 2008

Opinión - Miércoles 24

“Hoy brilla la luz sobre nosotros”

Desea a sus lectores y amigos unas Felices Pascuas de Navidad.


* J. Guillermo Gómez García
Socio director de Capital Empresarial

Economista y Consultor Financiero

Natividad. Lorenzo Costa. Musée des Beaux-Arts, Lyon


Compartimos estos audios:

1) Messiah, Hallelujah Chorus (4') Handel, George Frideric

2) In principio erat verbum, motet, Josquin Desprez (1440-1521)

¿Navidad o “solsticio de invierno”?

En estos momentos, creo que los pobladores del Planeta Tierra formamos tres grandes grupos:

- El primero está constituido por los que abominan de la Navidad, de su significado esencial, y, por eso, te felicitan unas genéricas "fiestas" o un astronómico "solsticio de invierno", que es lo más de lo más de lo políticamente correcto.
- El segundo grupo es el de los indiferentes —porque no saben o porque les da su real gana no saber—: ni fú, ni fá, ni fum-fum-fum, ni frío, ni calor: cero grados.
- El tercero, al que pertenezco fervientemente, es el de aquellos a los que les gusta apasionadamente la Navidad. Apasionadamente.

Hay quien repite, con amarga sinceridad, desde el poso de pena —de tantas penas...— de su situación o su experiencia, que "las Navidades son tristes".

- Y es cierto: lo son para muchos, para millones de seres humanos.
- Este año, más tristes: para los huérfanos de la alegría y del calor que estas fechas deberían meter alma adentro, para aquellos a los que siempre deberíamos abrir las puertas de nuestro afecto y —a ser posible— de nuestra casa...

Pero no cuela que la culpa de la "triste Navidad" se la endilguemos a la ineludible austeridad que marcan los 'elementos' económicos. No cuela. Yo no me lo trago.

Tal vez las estrecheces ayuden a recobrar el verdadero espíritu, la médula, la razón y el auténtico latido del corazón de la Navidad: Que Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre por amor a los hombres.

Por amor a todos los hombres, sí.

Incluso por amor infinito a aquellos que se 'oponen' a su Encarnación y a su pobrísimo nacimiento, a su Natividad, en un establo oscuro de una oscura aldea llamada Belén.

Eso significa "Navidad" te pongas como te pongas, lo aceptes o no lo aceptes, lo creas o te carcajees de ello...

Nada de 'solsticio de invierno', se siente...

Y, como según dice un texto litúrgico, "lux fulgebit hodie super nos", "hoy brilla la luz sobre nosotros", es lógico que esa luz nos llene de calor; y de alegría; y, con el calor y la alegría, de buenos deseos, de jolgorio y toda suerte de contento, cariño y generosidad...

Es lógico y necesario que esa luz nos haga desfruncir el ceño, ¡que caray!

Pero tal vez nos hemos lanzado de cabeza al jolgorio saltándonos todas las etapas previas.

Por eso, quizá, la Navidad ha quedado medida por el rasero de los banquetazos, las copas sin fin, los regalos suntuosos, los gastos ilimitados, el tipo gordo vestido de rojo y sus renos...

Ni un atisbo del niño nacido en Belén... Y, claro, este año menos. O nada.

Menos banquetazos, menos copas, menos suntuosidad en los regalos... "Navidades tristes", dicen... Yo digo: Navidades con menos barahúndas 'exteriores' y mayor calma interior.

Puede que vuelvan las largas sobremesas familiares...

- Puede que los viajes a Bora-bora —"¡me gusta el solsticio de invierno exótico!"— se convierta en un regreso al pueblo de montaña en el que los tíos tienen esa casa tan grande, en la que cabemos todos...
- Puede que se cante algún villancico...
- Puede que, en estas Navidades "de siempre", nos entren ganas de sacar aquel viejo Belén que lleva años y años arrumbado en cajas: sí, ese Belén de las figuritas de barro, de las ovejas cojitrancas, de la lavandera que ha perdido un brazo, de los Reyes Magos, del soldado romano del palacio de Herodes con el casco pintado de purpurina... ¿Quién sabe?

Pilar Cambria

¡A Belén, sugiero!, ¡feliz viaje!, ¡felicísima Navidad!

Y... ¿usted que opina?

...PARTICIPA POSITIVAMENTE...
...TÚ DECIDES LO QUE SIGUE... PARA MÉXICO…


Be GLOCAL

LO QUE SE DEBE HACER PARA SALIR DE LA CRISIS EN 2009 En el torbellino de acontecimientos y noticias que caracterizan la actual crisis mundial, con frecuencia resulta difícil mantener la cabeza clara y hacerse idea de lo que realmente está ocurriendo, pero, cuando damos un paso atrás cosa que resulta más fácil los días en que los mercados están cerrados, el panorama resulta más claro y también las políticas necesarias.

Permítaseme primero mostrar el escenario mediante tres observaciones sobre la situación actual.

- En primer lugar, en los países avanzados probablemente ya hayamos pasado lo peor de la crisis financiera. Aún hay minas terrestres, desde permutas de incumplimiento crediticio que no se pueden conocer hasta pérdidas ocultas en los balances, pero los peores momentos de los mercados monetarios congelados y obscenas propagaciones de riesgos probablemente sean ya cosa del pasado.
- En segundo lugar y desgraciadamente, la crisis financiera se ha trasladado a los países en ascenso. Al cruzar fronteras, las intensas redistribuciones de carteras y la carrera en pos de activos más seguros están creando no sólo crisis financieras, sino también de tipos de cambio. Si a ello sumamos la reducción de la producción en los países avanzados, podemos ver lo que ahora sufren los países en ascenso a consecuencia tanto de costos crediticios mayores y de una reducción de la demanda de exportaciones.

Drástico recorte del gasto

- En tercer lugar, en las economías avanzadas, el golpe a la riqueza y más aún el espectro de otra Gran Depresión han incitado a los particulares y a las empresas a reducir el gasto drásticamente. No sólo han revisado sus planes de gasto, sino que, además, en muchos casos han aplazado las compras en espera de que se despeje la incertidumbre.
- El resultado ha sido una marcada reducción de la producción y del empleo, que ha intensificado los temores sobre el futuro y ha disminuido aún más el gasto.

Pasemos ahora a la política que se debería aplicar.
Si mi caracterización de los acontecimientos es correcta, el conjunto de políticas idóneas está claro.

- En primer lugar, se deben perfeccionar y consolidar las medidas adoptadas al comienzo para reparar el sistema financiero. Una ventaja de los peores días de la crisis de octubre fue la de atemorizar a los gobiernos y obligarlos actuar en el frente financiero. Los bancos centrales facilitaron liquidez con generosidad.
- Pero los gobiernos no tardaron en comprender que la cuestión principal era la solvencia. Prometieron aplicar programas encaminados a las compras de activos —para aclarar los balances de las entidades financieras—, la recapitalización —para velar por que, en caso de ser solventes, pudieran funcionar y seguir prestando— y garantías —para tranquilizar a los depositantes y a algunos inversores, en el sentido de que sus fondos estaban seguros—.

La arquitectura básica para esas medidas ya existe,
pero su aplicación ha sido con frecuencia azarosa. Se podrían haber aprendido más rápidamente las enseñanzas que se desprendieron de anteriores crisis bancarias en todo el mundo.

Las vueltas y revueltas habidas en algunos de los programas, muy en particular en los EUA, han creado confusión en los mercados y han hecho que los inversores privados se quedarán esperando una aclaración de las políticas antes de tomar participaciones en las entidades financieras. No me cabe duda de que el aprendizaje en la práctica propiciará la formulación de programas coherentes, pero se ha perdido tiempo.

Apoyo a la liquidez

- En segundo lugar, los países con mercados en ascenso deben recibir ayuda para adaptarse a la crisis financiera.
- No se trata sólo de facilitarles liquidez para que puedan simplemente mantener los tipos de cambio ante grandes salidas de capitales. Muchos inversores que quieren salir ahora no regresarán durante algún tiempo y los países deben aceptarlo y adaptarse al respecto.

En algunos casos, pueden hacerlo por sí mismos, por lo que lo único necesario es el apoyo a la liquidez para evitar un desplome del tipo de cambio y permitir la aplicación del ajuste.

En otros casos, las salidas de capitales sólo empeoran situaciones ya difíciles. Esos países necesitan algo más que liquidez: necesitan ayuda financiera para aplicar los ajustes necesarios.

¿Se han adoptado las medidas idóneas de ayuda? Sí y no.
En el caso de algunos países, los principales bancos centrales han brindado acceso a la liquidez mediante líneas de crédito. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional ha creado un nuevo servicio de liquidez, que permite a los países que reúnan los requisitos previos solicitar y obtener fondos con poca o ninguna condicionalidad.

- De momento, esas disposiciones han sido suficientes, pero se debe facilitar liquidez de un modo más coherente y amplio.
- En cuanto a los países que necesiten más ayuda, ésa es la función natural del FMI. Varios países han obtenido ya fondos con cargo a los créditos para programas y tenemos motivos para preocuparnos por que se agoten los fondos antes de que haya pasado la crisis.

En tercer lugar, los gobiernos deben contrarrestar la drástica reducción del consumo y la demanda de inversión.

- A falta de políticas sólidas, resulta demasiado fácil concebir hipótesis alarmantes, en el sentido de que una producción afectada por la depresión y los problemas en el sistema financiero se retroalimenten y propicien grandes reducciones de la producción.

- Es esencial que los gobiernos digan con toda claridad que harán todo lo posible para eliminar ese riesgo de reducción del valor de la inversión.


¿Pueden hacerlo de forma creíble? La respuesta es que sí.
Con unos tipos de interés ya bajos, (en México todaza no se manifiesta este fenómeno?) el margen para la política monetaria es limitado, pero el de la política fiscal es mayor, por lo que los gobiernos deben hacer dos cosas urgentemente.

- En primer lugar, en los países en los que haya margen fiscal, deben anunciar expansiones creíbles.
- En el FMI creemos que, en conjunto, una expansión fiscal mundial del 2%, aproximadamente, del PIB mundial es viable y apropiada. (En México apenas se alcanzará el 1.8%).

Por último —y resulta igualmente importante—, los gobiernos deben indicar que, si las condiciones se deterioran, se aplicará una mayor expansión fiscal.

Sólo con ese compromiso se convencerán los particulares y las empresas de que no vamos camino de la repetición de la Gran Depresión y comenzarán a gastar de nuevo.


Estoy convencido de que, si se aplican esas políticas, al final de 2009, si no antes, la economía mundial empezará a recuperarse de la crisis.

Olivier Blanchard

Los buenos deseos, requieren acciones sólidas y concertadas, con audacia...


...y el 2009 será (podrá ser) el año del relanzamiento de un desarrollo mas amplio y sostenido...


¡El año de la oportunidad!


Nota: Esta opinión contiene notas publicadas en los principales medios nacionales, de las cuales son responsables únicamente los autores.

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