miércoles, 20 de junio de 2007

Participación para el Desarrollo

«La historia es el progreso de la conciencia como libertad.»
Hegel

Las elecciones de 2000 y de 2006 confirman el momento coyuntural que estamos viviendo y nos recuerdan que la democracia en México está en construcción. Nuestros votos fueron nuestra voz que decidió quién queremos que nos gobierne y represente. Ese primer paso ha sido rotundo y valiosísimo para instaurar la democracia en nuestro país, pero sería un error pensar que la democracia sólo es salir a votar. De hecho, es la participación ciudadana constante y consciente la que logrará los cambios que nuestra nación requiere para progresar.

Nuestro momento político como país es de transición. Podríamos analogarlo con un adolescente. Estamos aprendiendo a vivir con la ausencia del paternalismo que nos distinguió durante más de 70 años. El momento de tomar las riendas de nuestra vida política llegó. Ahora más que nunca edificaremos el país que nosotros queramos. Con la participación ciudadana determinaremos el rumbo que como mexicanos queremos. Ha llegado la hora de crecer, de madurar, pero como todo cambio, vendrá —como de hecho ya lo hay— sufrimiento en el camino.

Recientemente se llevaron a cabo las elecciones en Yucatán para elegir el gobernador que estará al frente del estado durante los próximos seis años (2007-2013). Así como las elecciones efectuadas en 2006 para Presidente de la República y gobernadores de diversos estados, las llevadas a cabo en la península estuvieron cargadas de emoción. La estrategia política de Ivonne Ortega, candidata de la Alianza PRI-PVEM-PAY, fue premiada por el pueblo con el triunfo cuando meses atrás estaba a 20 puntos de Xavier Abreu, candidato del PAN.

Algo que es destacable de esta elección gubernamental es la participación ciudadana. Casi 70% de los yucatecos salió a emitir su voto, una cifra siempre deseable en cualquier comicio electoral. Esta elección sirve para hacer algunos análisis sobre la condición política del país. En primer lugar, la participación creció casi 5% con respecto a la elección presidencial de 2006. Por otro lado, Felipe Calderón obtuvo una mayoría de votos en Yucatán. Ahora, sin embargo, la candidata del PRI fue considerada una mejor opción para la península. Por último, Mérida seguirá gobernada por el PAN. De esta forma, el voto se convierte en el instrumento que premia y castiga lo realizado por una persona o un partido. La consciencia política se está creando y comenzamos a saber mejor lo que queremos y lo que preferimos dejar a un lado.

La competencia electoral es positiva pues de allí partirá uno de los cimientos para la gobernabilidad democrática. Las elecciones tan cerradas del 2 de julio y el afluente ciudadano en las elecciones yucatecas son un índice de la edificación del país que los mexicanos queremos. Al parecer hemos comprendido que la democracia traerá beneficios para todos. El desarrollo personal y profesional es algo implícito dentro de un régimen democrático. Por eso, nosotros somos quienes tenemos que participar, para mostrarle al gobierno lo que necesitamos y podemos hacer. ¡Basta de esperar a que alguien más resuelva los problemas por nosotros!

Carlos Arce nos recuerda en su libro La gobernabilidad democrática: una perspectiva para el desarrollo los principios de vivir en un régimen donde la mayoría se expresa continuamente en beneficio de los intereses públicos: estabilidad, orden, paz y equilibrio. Alejados de los vicios de la corrupción, el desarrollo económico y social será un lugar común para todos los mexicanos.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 3° nos muestra la definición de democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. ¿Qué estamos esperando para ejercer nuestro derecho?

Roberto Rivadeneyra Quiñones[1]
[1] Investigador del área de Entorno Político y Social del IPADE.

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