viernes, 27 de abril de 2007

Propiedad privada en China

La reciente aprobación de la ley china de propiedad privada ha permitido que los líderes orientales enfaticen los logros de su modelo sui generis y de su política reformista. Estamos, pues, ante una victoria simbólica de los partidarios del posibilismo económico y la implantación de un Estado de derecho al estilo chino. Conviene no engañarse. Como bien diría Mao, más que ante una meta nos hallamos en un recodo del camino.

El Presidente Hu Jintao y el Primer Ministro Wen Jiabao parecen tener el partido controlado, pero no por ello cesan las críticas de intelectuales y ex oficiales que consideran las reformas una traición al legado de Mao. Los detractores del régimen denuncian la protección que se brinda al gremio de los comerciantes, y condenan el fin de la propiedad pública, sacrificada en aras de una rampante plutocracia. Además, la norma es criticada porque diferencia la propiedad derivada del propio trabajo de la propiedad pública. Se sostiene también que las medidas adoptadas enriquecen a las élites y fomentan la corrupción. La ortodoxia del Partido afirma -con razón- que una ley que impulsa la propiedad privada es incompatible con el comunismo, ideología oficial desde la fundación de la República Popular China en 1949. Es más, el nombre que adoptó el Partido Comunista, traducido literalmente, es el de “Partido de la Propiedad Pública”. En efecto, comunismo es lo común, lo de todos, lo del pueblo. Nada más lejano de esta quimera que la dura realidad de un posesivo: mío.

Aunque los líderes chinos perciben que medidas como ésta pueden ser controvertidas, no dudan en aplicarlas, si de paliar los problemas que causa el desarrollo se trata. Nos hallamos ante el viejo dilema: economía o ideología. McDonald’s o Marx. Confucio, por supuesto, prefiere un McMenú.

La decisión de apoyar a una clase media en auge no ha resultado fácil. Los nuevos mandarines temen que leyes como ésta envalentonen a un sector de la población que ha demostrado su capacidad organizativa y que, a medio plazo, podría convertirse en una amenaza para el partido. Algunos arúspices ven en esta nueva clase de propietarios una pequeña burguesía, semilla del revisionismo democrático.

La ley establece la protección de la propiedad privada, pero diferencia la rural de la urbana. Si bien la tierra sigue siendo del Estado, ésta puede ser usufructuada durante setenta años, lo que plantea la duda sobre el futuro de las viviendas urbanas transcurrido dicho plazo. Como acertadamente señala Patrick A. Randolph, asesor del gobierno chino, estamos ante una ley que permite “jugar con los juguetes hasta que el Estado decida llevárselos”.

La nueva ley protege por igual la propiedad privada y la pública. Dota, además, a los propietarios de viviendas de recursos procesales para defenderse de los abusos de los constructores. La tierra rural mantiene su carácter colectivo, lo que imposibilita a sus poseedores adquirir títulos privados de propiedad o gravarla con hipotecas. Estas restricciones evitarán que millones de campesinos vendan sus tierras a precios irrisorios a inversores sin escrúpulos, situación que era vista por el gobierno como una amenaza a ese desarrollo armónico que ha sido, hasta el día de hoy, su estandarte. A esto se refirió el Primer Ministro en la rueda de prensa posterior a la sesión anual del Parlamento cuando, citando al iusfilósofo norteamericano John Rawls, señaló que “la velocidad de una flota no la determina la nave más rápida, sino la más lenta”.

Por otro lado, los terrenos colectivos rurales serán protegidos contra las intromisiones estatales. El Estado ha otorgado a estas comunidades el usufructo de la tierra por períodos de hasta treinta años; renovables automáticamente. La expropiación, por supuesto, no desaparece, pero queda sometida a las reglas del justiprecio y a una razón de necesidad.

Como es obvio, la norma está lejos de ser un cambio radical y, desafortunadamente, para los campesinos no responde a la pregunta clave ¿quién es propietario y de qué? Los chinos, sin ruborizarse, llaman propiedad a cualquier cosa. Si Ulpiano viviese, dudaría en calificar de dominium a esta extraña figura fruto del dirigismo estatal, que no pasaría de ser, en Europa, un mero ius tertium.

En suma, la ley china de propiedad privada consolida hechos que la sociedad ya había reconocido de manera espontánea. No es, como sostiene el Partido Comunista, un hito histórico, sino tan sólo un paso más en la senda iniciada por Deng Xiaoping hace treinta años. En China, el libre mercado tiende a desbocarse y sus líderes políticos se debaten entre constreñir el cambio o liberar, sin más, fuerzas que tarde o temprano podrían liquidarlos. Mientras tanto, cualquier mutación en el gigante asiático es bienvenida, aunque se trate de esbozar una pálida imagen de lo que en Occidente comprendemos por propiedad.

*Artículo publicado en La gaceta de los negocios.

Por Rafael Domingo.
Director de la Cátedra Garrigues de Derecho
Global en la Universidad de Navarra.

miércoles, 25 de abril de 2007

Cómo hacer que funcione la globlalización

Cómo hacer que funcione la globalización.
Joseph E. Stiglitz.
Taurus, 2006.
México, 433 págs.

En noviembre de 1999 un grupo de ministros se disponía a reunirse con motivo de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, Estados Unidos. Cincuenta mil personas, inconformes con lo que mundialmente estaba sucediendo, lograron que el congreso se cancelara. Estas personas, cuya organización se dio mayoritariamente por Internet, se dieron a conocer como los globalifóbicos.

Ese otoño de 1999 el mundo haría consciencia sobre la globalización. A partir de ese momento se ha derramado tinta para uno y otro lado. ¿La globalización es o no un mal para el mundo?, se pregunta mucha gente. Ansiosa por una respuesta que dé certeza de futuro leen el periódico, un libro o ven las noticias. La globalización está allí frente a nosotros y lo único que deseamos es entenderla.

Al escuchar opiniones sobre este tema lo primero que debe uno preguntarse es si el problema es la globalización o los seres humanos que hacen uso de la globalización. De acuerdo con Stiglitz «no es la globalización en sí misma, sino la manera en que se ha gestionado» lo que ha causado descontento alrededor del planeta. Es un pensamiento muy claro. ¿Qué hacer, entonces, para gestionarla correctamente? A lo largo de Cómo hacer que funcione la globalización expondrá los defectos en los manejos de las políticas económicas y los aciertos que ha habido. Igualmente comparte ideas que esperan el momento de ser llevadas a la práctica.

Los títulos de cada capítulo sirven para vislumbrar el contenido y la aproximación de cada uno: «Otro mundo es posible», «La promesa del desarrollo», «Cómo hacer que el comercio sea justo», «Patentes, beneficios y personas», «Acabar con la maldición de los recursos», «Salvar el planeta», «La corporación multinacional», «La carga de la deuda», «Reformar el sistema global de reservas» y «Democratizar la globalización».

En cada uno desarrolla el tema tratado, los abusos perpetrados y algunas ideas sobre cómo mejorar las condiciones.

Al hablar de globalización no sólo hablamos de economía. Como su nombre lo indica, es global, abarca a todo y a todos. La globalización no sólo afecta los billetes que entran y salen de nuestra cartera, también influyen en nuestra forma de vida, cultura, salud, medio ambiente y política entre otras. La democratización de muchos países es un producto de ello.

De hecho, una de las tesis sostenidas a lo largo del libro es que las reformas que la globalización requiere son políticas, no económicas. Las negociaciones sobre los préstamos que los organismos internacionales otorgarán a cada país no son económicas, se llevan a cabo en el terreno de la política. Lo interesante de esta tesis es que deja entrever el porqué del boom de la izquierda en Latinoamérica. No se menciona explícitamente, pero es una conclusión que fácilmente se puede extraer.

Otro de los temas a resolver es el del comercio justo. Los tratados de libre comercio entre naciones no deben ser imposiciones que frenen el crecimiento de los países en vías de desarrollo sino incentivos que permitan su total avance. El desarrollo global es una ganancia total. Comprender esta premisa es fundamental para que la globalización sea un bien para todos. En palabras del Nobel de Economía 2001: «Para que la globalización funcione necesitamos un sistema económico internacional que equilibre mejor el bienestar de los países desarrollados y de los países en vías de desarrollo, un nuevo contrato social global entre los países más y menos desarrollados».

El medio ambiente es otro de los temas más estudiados. El calentamiento global no es ninguna broma. Todos los días es posible constatar, palpar, comprobar empíricamente que la Tierra está sufriendo cambios: huracanes, maremotos, inundaciones, incendios, inviernos nunca vistos acompañados de veranos cada vez más calientes. ¿Hasta cuándo comprenderemos que todos vivimos dentro de la misma burbuja azul? La contaminación nos afecta a todos. Esto también es globalización.

La globalización no es nueva. Los ojos del mundo la voltearon a ver y a prestar atención con el incidente de Seattle. Ahora que estamos más atentos a sus efectos es necesario que impulsemos reformas que beneficien a todos, pues todos compartimos el mismo espacio vital. La brecha entre la globalización económica y la política debe reducirse cada vez más para lograrlo. La tarea no es sencilla, pero por eso resulta más interesante.

Por Roberto Rivadeneyra Quiñones.
Investigador del área de Entorno Político y Social del IPADE.

Desarrollo e Internet

Además de los indicadores económicos, el desarrollo de los países también se mide a través del acceso con que cuenta su población hacia la tecnología. Con ello, se hace referencia a la utilización de las llamadas Tecnologías de la Información, dentro de las cuales se incluye Internet.

Consultando los índices de utilización de Internet en los diferentes países del mundo, es evidente que los países en vías de desarrollo aún se encuentran a mucha distancia de los países desarrollados en acceso a Internet. En México, de los 103,872,328 de mexicanos que habitan en el país, sólo 16,995,400, es decir, 16.4% de la población total, utiliza Internet. Ni que hablar de países como Haití, uno de los países más pobres de América Latina, que cuenta con un porcentaje de penetración de Internet de no mayor a 0.9%. Si se comparan estas cifras con las obtenidas en Estados Unidos, se encuentra que este país cuenta con un total de 203,576,811 de usuarios, lo cual representa 68.7% de su población. En los países de la Unión Europea, las cifras también son altas. En Suecia, la penetración de Internet impacta a 76% de su población.[1] Así pues, las cifras demuestran la desigualdad que existe entre los considerados países desarrollados y los que están en vías de desarrollo.

El que algunos países cuenten con cifras más pequeñas que otros, responde a varios factores, entre los que se encuentra la falta de infraestructura, de leyes, por cuestiones políticas, etc. Todos ellos afectan e impactan a un elemento fundamental para el buen manejo de esta tecnología: la educación.

Educación para Internet

En relación con la educación, lo primero a lo que nos enfrentamos es que, para poder utilizar Internet, es necesario tener acceso a una computadora, y más importante aún, saber utilizarla. Pero la labor educativa no termina con el aprendizaje del uso de la computadora y del Internet; de hecho, no debiera considerarse como una mejora en el desarrollo de un país esta simple cuestión técnica. Se requiere más que eso para poder aprovechar Internet como un elemento de desarrollo social.

Es cierto que Internet se considera una fuente de información y conocimiento para las personas. No obstante, tener acceso a la información que se encuentra en Internet no hará por sí mismo sociedades mejor preparadas; podría suceder lo contrario. Nuevamente, el tema de la educación hace su aparición. Mientras las personas no tengan un nivel educativo que les permita diferenciar la información útil de la que no lo es, el usuario se encontrará perdido en una maraña de información que no le aportará, o lo hará muy poco, a su desarrollo.

Cabe mencionarse, que no se debe olvidar que una de las funciones y usos que se le ha dado a Internet es de tipo comercial. Es importante que al acceder a esta herramienta, la gente tenga presente este aspecto, pues la información que pudiera estar visualizando podría obedecer a intereses económicos más que a los fines que la persona persigue. Se debe saber que los buscadores en Internet categorizan a la información por el número de veces que los usuarios “cliquean” sobre ellas. Así, los sitios más visitados aparecerán en las primeras páginas y muchos de ellos no serán, precisamente, los de mejor calidad en contenido.

Ante estas circunstancias, cabría tener la reserva acerca de que saber utilizar las computadoras y tener un número determinado de internautas, es sinónimo de desarrollo para un país. El problema es más complejo que esta consideración. Se puede decir que el conocimiento técnico no es suficiente para lograr el desarrollo de los individuos dentro de su sociedad. Más importante que conocer el funcionamiento de una computadora y de tener acceso a Internet, está la formación de personas educadas y críticas, que puedan utilizar provechosamente una herramienta tan poderosa como lo es Internet y así, darle un uso encaminado a contribuir a su desarrollo personal y al de su país.

[1] Con datos de ExtioExportador.com

*Artículo publicado en El Economista

Por Jenni Massiel Velázquez Velázquez.
Investigadora del área de Entorno Político y Social del IPADE.

México en cifras II

En el artículo pasado se dieron a conocer las partes tangibles o cuantitativas de México. Se habló de la disponibilidad y falta de explotación de los recursos naturales, de la fuerza laboral que se está haciendo vieja, de la poca tecnología y de la carente educación con la que contamos. Ahora, continuando, se verá cómo están las partes intangibles o cualitativas del país. Hablo de las variables económicas, políticas y sociales.

Este nuevo marco de referencia ayudará a entender por qué el desarrollo no es tan sencillo y claro para el país. No se puede seguir dependiendo del alza de los precios internacionales del petróleo o de todos los mexicanos que están mandando su dinero del extranjero. Creo que se puede crear un ambiente propicio para generar riqueza en México, generada por mexicanos y en beneficio de los mismos.

Integración Económica

El Banco Mundial ha hecho una clasificación global, de acuerdo a la capacidad de un país para tener un ambiente propicio para los negocios. El análisis “Doing Business 2007” ubica a México en la posición 43, mucho mejor que el lugar 62 obtenido el año anterior.

México fue considerado como el tercer país más reformista debido a los cambios hechos en los procesos para abrir empresas, pagar impuestos y proteger a los inversionistas. Pero todavía está perjudicado por factores como el registro de propiedad, la obtención de créditos, la liquidación de empresas, la contratación de personal, el cumplimiento de contratos y el comercio transfronterizo.

China está en la posición 93, muy por debajo de México. Entonces, ¿por qué las empresas están emigrando a China? ¿No sería más fácil establecerse en México y así, aprovechar los tres mil kilómetros de frontera con el mercado más grande del mundo?

Se ve tan fácil venderle a Estados Unidos, economía que consume casi tres décimas partes del PIB mundial. Su más cercano competidor es Japón con apenas 10% del total, en el cuarto lugar China con 5.34% y más abajo, México con 1.7%. Todavía no hay punto de comparación con otro país, va a pasar mucho tiempo para que un país alcance el grado de consumo de Estados Unidos.

Es cierto, el principal socio comercial de México es Estados Unidos: 86% de las exportaciones y 60% de las importaciones son con ellos. El problema es que la balanza comercial y la de pagos con el mundo está empezando a ser deficitaria, pues se importa más de lo que se exporta. Entonces, ¿hay que venderle más volumen a Estados Unidos? ¿O elevar los precios para obtener más margen? ¿O hay que dejar de comprar en el extranjero y empezar a producirlo dentro del país?

La desigualdad en el país es un problema no sólo económico, pero de ahí se deriva en gran parte. El coeficiente de Gini, una medida de desigualdad de ingresos en los países, donde 0 es la perfecta igualdad y 1 la perfecta desigualdad, ubica a México en la posición 109 con un índice de 0.546 al año 2000. Este dato está muy bien ejemplificado por que hay diez mexicanos con más de mil millones de dólares, encabezados todos por el empresario Carlos Slim Helú, recientemente nombrado la segunda persona más rica del mundo.

Todos sabemos que la recaudación fiscal es muy baja en México, pero ¿por qué? Hay mucha evasión y comercio informal. Se recauda 18% del PIB nacional. Si lo comparamos contra el promedio de los países de OCDE, es sólo la mitad. El primer lugar de la lista de países de OCDE es Suecia con 50%. Por otra parte, sólo 42.5% de la población económicamente activa (PEA) y 51.92% de la población total está afiliada a un programa de seguridad social, ya sea IMSS o ISSSTE.

El país se ha convertido en un país de servicios (economía terciaria) y ha dejado atrás la manufactura y la agricultura (economías secundaria y primaria). Un servicio es el turismo, dada la gran cantidad de destinos atractivos y variados. Pero, según el “Reporte de Competitividad en Turismo 2007” dado a conocer en el Foro Económico Mundial de Davos, se posicionó a México en el lugar 49 de 124 países evaluados.

Los mejores calificados son Suiza, Austria y Alemania y el primero de América Latina es Barbados en el lugar 29. ¿Por qué países como Emiratos Árabes Unidos, Malta o Estonia están mejor que los países de América Latina? Este reporte argumenta que en América Latina, además de las altas tasas de violencia y el mal estado de la infraestructura de caminos, los gobiernos no consideran al turismo una prioridad nacional, ni invierten mucho en el sector. Están esperando que el turismo llegue a disfrutar nuestras maravillas por el sólo hecho de estar allí.

Naturaleza y Estilo del Conflicto

En México se presentan muchos problemas sociales, de violencia e inseguridad, corrupción, entre otros. No es tan fácil manejar a un país en donde hay tantos problemas de este tipo ni garantizar el desarrollo óptimo del mismo. Algunos de los más importantes son los siguientes:

1. México es de los principales productores y traficantes de droga en el mundo. Se produce el 2% de opio a nivel mundial y es el segundo productor de América Latina de marihuana. De la cocaína consumida en Estados Unidos, 60% pasó por México. Las sustancias químicas llegan de Estados Unidos, se procesan en laboratorios ilegales de México y se regresan. Un buen aprovechamiento de frontera.

2. No se ha mostrado un avance en el Índice de Percepción de Corrupción entre 2000 y 2006. La calificación de 3.3 en escala de 0 – 10 no se ha movido desde 2000.

3. El “Índice Global de Competitividad 2002” situó a México en la posición 31 de 45 países. Se basa en sistema de derecho, macroeconomía, política, gobierno, desarrollo sustentable, población capacitada y otras variables macro.

4. En México en 2006, dos mil vidas fueron cobradas por narcotráfico y violencia y 14% de los hogares ha reportado que al menos algún miembro de su familia ha sido víctima de un delito. Cada día mueren, en promedio 4.4 personas de manera violenta, el doble de las bajas sufridas por las fuerzas de ocupación en Irak. Según el Banco Mundial, cada año le cuesta al país hasta 100 mil millones de dólares

5. En materia de pobreza, 4.5% de los mexicanos viven con menos de $1 dólar y 20.4% con menos de $2 dólares.

6. El Banco Mundial determinó un Índice de Gobernabilidad, donde califica a México por debajo del promedio. Está en la posición 90 y examina algunos de los problemas citados anteriormente, como corrupción, estado de derecho, violencia y gobierno, y otros como, voz y rendición de cuentas y calidad regulatoria.

Con estos problemas y esta desigualdad, la solución ya no se ve tan fácil.

Reto del Gobierno

El gobierno ha perdido poder de negociación debido a la gran influencia que tienen las empresas privadas. El gobierno deberá estar atento para hacer algo para que los empresarios busquen más beneficio social, dejando un poco atrás las utilidades. La empresa debe aprovechar lo que hay en la sociedad, sin llegar a saquearla.

Un ejemplo claro es que las ventas de Walmart México, la empresa con ingresos más altos en el país, son 1.87% del PIB nacional. Está equiparado con la producción del estado número 14 a nivel nacional, Sinaloa. En el lugar nueve a nivel empresarial está Grupo Financiero Santander, 0.55% del PIB, está igualado con los últimos estados, Tlaxcala y Nayarit. ¿Qué pasaría si estas empresas deciden salir de México? Tiene que haber una conciliación para mantenerlos contentos, sin perjudicar a la sociedad.

De las dos mil mejores empresas mundiales según Forbes, hay 17 mexicanas. La mejor es Cemex, listada en el lugar 243, seguida de América Telecom, Carso Global Telecom, FEMSA, Grupo Modelo, Televisa, Bimbo. Cuatro de las 17 son pertenecen a una misma persona, Carlos Slim Helú. ¿Es casualidad que algunas de estas sean monopolios o parte de un oligopolio reducido, que no permite la competitividad en el país?

La Inversión Extranjera Directa, IED, está enfocándose en México en el sector de servicios y manufactura, dejando atrás la parte de recursos naturales. Estados Unidos aporta 54.1% de la IED, porcentaje que ha venido disminuyendo en los últimos diez años. Como consecuencia, ha aumentado la participación de IED, principalmente europea. Está libre la explotación de recursos naturales para la inversión nacional.

Conclusión

No quiero decir que México esté condenado al fracaso. Tomando la premisa que el desempeño del país no ha sido el adecuado, no quisiera apresurarme a pronosticar que la nación seguirá desarrollándose por debajo de su nivel.

Todavía estamos a tiempo para despertar. Se debe aprovechar toda la fuerza laboral que estará en su máximo esplendor en poco tiempo, ya luego la pirámide se invertirá y el país estará lleno de adultos. El mundo no nos va a esperar, o nos adaptamos o nos quedamos en el atraso.

Por Guillermo Gómez.
Investigador del área de Entorno Político y Social del IPADE.

México en cifras I

Como todos sabemos, México es un país que sigue en desarrollo. Lo comparo con un adolescente, que está en potencia de ser partícipe de una feroz competencia globalizada. Ha pasado por un largo y tardío proceso de aprendizaje, y tras muchos errores, ha adquirido experiencia y dice estar preparado para presentarse en las grandes ligas, económica, política y socialmente hablando.

Estuvo dormido mucho tiempo, tomando fuerzas, y ya se está convirtiendo en adulto. ¿Estará el país listo para enfrentarse a los gigantes del mundo y del mercado?

Quien conoce a México, asegura que tiene muchas capacidades y recursos. Todos ellos, analizados posteriormente, no han sido explotados o aprovechados al máximo por unas u otras razones. ¿Será suficiente con lo que tenemos para volvernos a dormir o no debemos de confiar tanto en lo que hay y empezar a ser más proactivos?

Población

Hoy en día, el 61% de la población del país se encuentra en edad de participación económicamente activa, entre 15 y 59 años. Pero la cantidad de personas que emigra, sólo a Estados Unidos, asciende a 390 mil por año. En un futuro, se pronostica que el número de mexicanos que salgan del país para buscar suerte en otros lugares será de 293 mil, en promedio por año, hasta el 2050. México estaría ubicado en el segundo lugar como el país que más personas exporta, entre China e India, pero con mucho menos habitantes que los otros dos. El país está dejando ir su fuerza laboral a otros países.

Para el 2050, la pirámide poblacional se estará invirtiendo. Actualmente, la población mayor a 60 años asciende al 8% del total, mientras que en 2050, este porcentaje será del 27%. Menos gente en edad entre 15 y 59 años (reducción del 61% al 56%) tendrá que soportar a más gente con más de 60 años.

Los niños y adolescentes, hasta 14 años de edad, forman parte del 31% de la población. En 2050, ese porcentaje se disminuirá casi a la mitad, 17% del total de mexicanos. Esto debido a que habrá menos nacimientos por mujer, 1.85 en promedio cuando hoy estamos hablando de 2.4. La edad promedio del mexicano pasará de 25 años a 43, en el mismo periodo de tiempo.

Los servicios sanitarios contribuirán notablemente para aumentar la calidad de vida. La mortalidad infantil (muertes por mil niños) se reducirá de 20.5 a 5.6, a casi la cuarta parte. La expectativa de vida indica que viviremos 6 años más, de 75 a 81.

¿Estará disponible tanta fuerza laboral cuando la queramos ocupar?

Recursos Naturales

México es un país con tierras cultivables, agua, biodiversidad y muchos otros recursos naturales, pero el 5% de la población está desnutrida. Este porcentaje en los países desarrollados no llega ni al 2.5% de la población. ¿No se aprovecha lo que se tiene o no es suficiente con lo que hay?

El 23% de la población mexicana se dedica a la agricultura, pero sólo en pocos estados esta actividad es productiva y capaz de competir en terrenos internacionales. La cosecha de maíz a nivel nacional entre 1997 y 2002, alimento fundamental en la dieta del mexicano, fue de 2.5 toneladas por hectárea, contra 8.4 de Estados Unidos y 7.2 de Canadá. Muy pocos estados, como Sinaloa y Jalisco, alcanzan una producción de entre 8 y 10 toneladas por hectárea. No se diga de otros productos, como el arroz y el frijol.

En 2003, un 10% de la población no podía disponer de agua potable. Un 23% de ella, carecía de servicios sanitarios adecuados. El 73% del agua superficial y 20% de la subterránea posee una calidad no satisfactoria.

Del total de agua en el mundo, el continente americano posee el 45.2% (América Latina el 30.9% y Norteamérica 14.3%). Pero en México, sólo se aprovecha el 36.4% de la recarga de mantos acuíferos, que es de 77 km3 al año. Sí hay agua, pero no se aprovecha, se hace lo contrario, se contamina.

El petróleo, factor importantísimo para el crecimiento del país, se está terminando. Las reservas en 2004, eran para aproximadamente 13 años. Esta previsión no incluye el hallazgo de nuevos pozos o la posibilidad de extraer petróleo de zonas que en la actualidad son consideradas reservas naturales y, por lo tanto, no perforables.

Empezaremos a tener déficit de petróleo en 2030. La demanda del país estaba en 2002 en 2 millones de barriles diarios y en 2030 pasará a 3.4. En cambio, la producción de petróleo llegará a un punto de inflexión en 2010 cuando alcance los 4.2 millones de barriles diarios y caerá hasta 2.8 en 2030. Esto sucederá, siempre y cuando no se invierta en una mejor tecnología para encontrar petróleo, sacarlo y procesarlo.

Algo similar sucede con el gas natural, en donde la demanda crecerá al 3.5%, porcentaje mayor que en Estados Unidos y Canadá (1.2%), pero no hay todavía la capacidad suficiente para ofrecerlo rentablemente y sin mucho riesgo para los inversionistas.

Sí hay recursos, de eso estamos conscientes. El problema es encontrarlos, explotarlos y aprovecharlos de una manera sustentable y productiva, sin llegar al extremo de agotarlos o de perjudicar al ambiente para que alcance para todos.

Tecnología y Educación

En México no se ha puesto suficiente énfasis en la creación de tecnología y en la elevación del nivel educativo. Gran parte de la tecnología se recicla de otros países y eso hace que los costos por tenerla se eleven, debido a la importación, transporte y distribución de ella. Un reflejo de ello es que la balanza de pagos en materia tecnológica, es deficitaria, $511.70 millones de dólares.

Un mexicano adulto promedio, cursa ocho años de escuela, mientras que uno indígena sólo alcanza tres. El 44.8% de la población mayor a 15 años, no ha concluido con su educación básica. Uno de cada tres estudiantes indígenas y uno de cada cinco de estudiantes no indígenas repiten año. Algunas causas de la baja escolaridad son:
  • Calidad del ambiente educativo en el hogar.
  • Negativa de los indígenas de aceptar la diversidad lingüística.
  • Mala salud y alimentación.
  • Maestros sin experiencia ni capacitación.
  • La infraestructura de las escuelas es mala.
  • Falta de electricidad y migración.
En México, el 60% de las escuelas están conectadas a Internet, mientras que en Estados Unidos, nuestro vecino del norte, es casi del 99%.

De acuerdo a una calificación del Banco Mundial, según la capacidad de los países para integrarse a una economía global sustentada en el conocimiento, México está posicionado en el lugar 61 de 128, con una calificación de 5.04, entre 0 y 10. Está por encima de América Latina (4.66), pero por debajo del promedio mundial (5.59), Europa occidental (8.32) y el G7 (8.5).

Nuestro país aporta el 0.30% de las publicaciones científicas a nivel mundial, en cambio, Estados Unidos y Japón tienen el 9.40% cada uno, Alemania tiene el 8.20%, por no citar a otros.

En un estudio en donde se listan los mejores quinientos sistemas computacionales en el mundo, aparece México en el lugar 126 con sólo una computadora. Otros países tienen más y están mejor ubicadas. En Estados Unidos hay 309 dentro de esa lista, en Alemania 18, en China 18, en Brasil y en Australia 4.

En materia de biotecnología, sólo 100 mil hectáreas están cosechadas con productos modificados genéticamente, cuando en Estados Unidos se siembran 50 millones de hectáreas, en Argentina 20, en Brasil 9.6 y en Canadá 5.8.

Hay muchas áreas de oportunidad en México y gente para que se encargue de ellas. ¿Se puede o no se puede crecer como país? ¿Se tiene con qué?

Continuación del artículo
Por Guillermo Gómez.
Investigador del área de Entorno Político y Social del IPADE.

martes, 24 de abril de 2007

¡Murió la revolución, viva la revolución!

Todo pasa y todo queda. La vida es un devenir constante. Lo antiguo se renueva y lo nuevo nace viejo. Así parece suceder, al menos, a una parte de los políticos mexicanos, de sus seguidores, de los partidos políticos e incluso de las organizaciones sociales y empresariales.

El 20 de noviembre se conmemora el 96° aniversario de la Revolución Mexicana. Y ese día no habrá el tradicional desfile cívico-deportivo, lo que está bien. Es decir no está mal, porque sin duda se trata de una celebración anquilosada. Para algunos es además una celebración fatua, sería como si en Rusia se siguiera celebrando el triunfo de la revolución bolchevique, aunque ya no exista la Unión Soviética.

No se trata de olvidar la Revolución Mexicana, no se debe soslayar su importancia histórica. Pero sí es necesario darle su dimensión histórica. La Revolución Mexicana es fundamental para comprender la situación actual del país. Trajo como consecuencia un sistema político que dominó la vida del país y que se identificó con la historia mexicana del siglo XX. El sistema político del nacionalismo revolucionario tuvo grandes logros, hizo posible una importante modernización del país, y estableció bases para un cierto desarrollo social, cultural e incluso político. Al mismo tiempo permitió que el ogro filantrópico exigiera su cuota de tributo, en la forma de una libertad controlada, de una ficción democrática, de una polarización social con choques violentos intermitentes y de un modelo desarrollista en el que se contuvo la participación social, se generaron nuevos cacicazgos y no se avanzó hacia una sociedad solidaria e incluyente.

La situación de pobreza, ignorancia y marginación es una realidad. Y se suele reconocer como un logro de Andrés Manuel López Obrador el hacer de su denuncia una bandera y una exigencia. No ganó la presidencia de la república pero sin duda, tanto en su campaña electoral, como en el movimiento revolucionario que encabezó a partir del 2 de julio, ha producido, para el país, consensos importantes. Sin ánimo de ser exhaustivo, hay que reconocer que López Obrador ha logrado que todos, desde el nuevo gobierno hasta los círculos intelectuales y empresariales, reconozcan la importancia de revertir el modelo de marginación social imperante, que se expresa en la pobreza, en una educación muy deficiente y en la falta de oportunidades para obtener un trabajo digno.

Otro tema en el que Andrés Manuel nos ha puesto de acuerdo, es en que hay poner fin a la república simulada, a la hipocresía, a la ficción de un país que ha vivido en la contradicción absoluta entre centralismo y federalismo, entre legalidad y discrecionalidad, entre estado de derecho y corrupción.

Después del 2 de julio, Andrés Manuel ha logrado también establecer un mega-plantón, impedir el Informe Presidencial y trasladar el Grito de Independencia. Han sido unos logros conseguidos gracias a la acción concertada del gobierno del Distrito Federal, de los diputados y senadores del PRD, del grupo de intelectuales que los apoyan, de los partidos políticos que integran el Frente Amplio Progresista, y desde luego del movimiento social que se expresa en la Asamblea Democrática Nacional, y formas de presión política semejantes a ésta, como son las Asambleas Populares del Pueblo, que surgen en diversos estados y regiones del país.

Uno de sus últimos logros, así sea de manera colateral, ha sido la suspensión del desfile deportivo del 20 de noviembre. Un desfile que, como ya he dicho había perdido sentido y significación. La Revolución Mexicana se había esclerotizado en formas oficiales, en paradigmas autoritarios y corporativos y en una ideología dogmática, que poco tienen que decir a un México urbano, joven con mayores niveles de educación y de ingreso de acuerdo a los indicadores macro sociales y económicos.

Sin embargo resulta preocupante que el 20 de noviembre se convierta ahora en una reedición de una revolución trasnochada, que incluso tendrá desfile antes de que comience. Ese día se ha fijado como el clímax de un movimiento post-electoral que se vuelve anti-climático al proponer no la renovación, sino la vuelta al pasado, la oclusión del devenir y la clausura de la historia como un tiempo abierto.

La gran sorpresa que nos depara Andrés Manuel, no es el avance progresista, que sin recelos ni angustias deja atrás el pasado y se lanza a construir el futuro. Lo que Andrés Manuel está proponiendo al país, no es la clarificación del pasado, no es el tránsito a un nuevo consenso nacional, sino la vuelta al túnel del tiempo, para recuperar de la revolución mexicana sus peores consecuencias. Se trata de reinstalar el caciquismo, el control autoritario, el populismo que hace perdurar las situaciones de pobreza y de miseria, y se decanta en la dependencia, la inhibición de la libertad y la desmovilización social. Es la vuelta al poder del caudillo protector, discrecional y temperamental, cuyo interés se identifica con el pueblo, con la nación y con el cosmos. Y que requiere de su divinización para consolidarse.

Por ello Andrés Manuel y sus seguidores no están ya en la posición de contribuir a un acuerdo nacional, que permita abrir el futuro a la esperanza. Lo que han hecho es hipotecar la esperanza de sus seguidores, a través de la reedición de la red de lealtades chicanas que generan las relaciones clientelares. Tratan de impedir a toda costa el siguiente paso en el desarrollo del país, para revertir lo mucho que se ha conseguido y hacer posible un clima político opresivo único en el que puede subsistir el pasado.

La revolución ha muerto, y el gobierno se apresta a sepultarla, obligado por una nueva toma del Zócalo. Pero la revolución renace de sus cenizas con lo peor del sistema corporativo fascista: la supuesta toma de posesión de Andrés Manuel en el Zócalo de la Capital. Es el culmen de la megalomanía, que se manifiesta en el desprecio por el pueblo de México, enmascarado en la farsa de un líder carismático, que se presenta como un semi-dios, al que deben sacrificarse las libertades, los valores y la dignidad.

Bienvenido sea el paso de lo viejo a lo nuevo, de lo que acaba y termina a lo que se renueva y comienza, de lo que cumple su ciclo a lo que inaugura una nueva etapa. Pero es preocupante que las fuerzas de la izquierda organizada e intelectual estén en México promoviendo la vuelta al pasado.

Por Felipe González y González.
Director del CEGI.

viernes, 20 de abril de 2007

Desarrollo local y gobernanza

En 2006 tuve la oportunidad de estar en la provincia de El Pilar en Argentina, en un curso muy peculiar. Imagine: en el aula de una escuela de negocios a diversos intendentes (presidentes municipales), diputados locales y nacionales, senadores, representantes de organizaciones no gubernamentales y empresarios, tratando de aprender y compartir experiencias para impulsar el desarrollo en sus comunidades. Esta imagen no debiera ser tan extraña, pero los foros donde se comparten ideas con miras a un bienestar común lamentablemente son pocos.

El IAE Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral en Argentina —por medio del Centro de Estudios en Gobierno, Empresa, Sociedad y Economía (GESE)— ha creado el curso “Programa de Gobierno para el Desarrollo de Líderes de Comunidades Locales”.

El curso tiene la siguiente premisa: lograr en un ámbito académico el diálogo entre sectores convergentes en una misma realidad. En su quinta edición, estuvimos aproximadamente 55 personas, entre líderes locales (municipales), legisladores nacionales, empresarios, sociedad civil y académicos.

Este curso genera, de manera muy natural, un foro apartidista en donde se discuten las mejores prácticas del management, junto con las mejores prácticas de la función pública. Estas sirven de enseñanza a líderes locales para mejorar su gestión, pero sobre todo para abrir puertas al diálogo entre iniciativa privada, pública y sociedad civil.

Es increíble darse cuenta de los problemas tan comunes que compartimos en Argentina y México, y me atrevo a afirmar que también en Latinoamérica en general. Menciono algunos que me llamaron la atención y que fueron recurrentes conforme el diálogo y los temas avanzaban:

a) La nula comunicación efectiva entre los tres niveles de gobierno: gobierno federal, estados y municipios. Al escuchar los diversos problemas que los presidentes municipales presentaban, me imaginaba un pozo muy hondo con personas trabajando en su interior y tratando de comunicar “a gritos” sus necesidades a las personas de su mismo equipo en el exterior, pero por la hondura del pozo estos gritos se pierden en el trayecto.

Así pareciera que las necesidades de las comunidades, vía los presidentes municipales, se pierden en el camino de la burocracia y en el desinterés del “equipo de arriba” (gobernadores y gobierno federal) de “bajar” y responder de manera efectiva a estas necesidades.

b) La falta de planeación a largo plazo en los municipios. Fueron sólo algunas provincias las que habían empezado el trabajo de diseñar un plan estratégico a largo plazo. Camino nada fácil, pues como condición sine qua non hay que involucrar a todos los sectores representativos de la comunidad, incluyendo la oposición.

Todo esto con el fin de elaborar un plan consensuado que proyectara “los sueños” del municipio a 15 o 20 años. Una de las grandes enseñanzas que les puedo compartir es que ningún plan estratégico que fue impuesto “desde arriba” ha funcionado correctamente. El plan tiene que venir desde las bases para que pueda permear a la sociedad y se facilite el logro de objetivos.

c) La falta de visión y herramientas para favorecer el diálogo entre gobierno municipal y empresariado local. En general prevalece una falta de visión de trabajo en conjunto entre sector público y privado para buscar un bien común. Los temas de convergencia entre sectores son diversos y el facilitar el diálogo ayudó en los casos de éxito a potenciar la mejoría de la localidad. Sin embargo, no hay una preparación en los líderes locales para favorecer este trabajo en común.

En este sentido, las instituciones de educación juegan un papel primordial, pues son el medio ideal para funcionar como enlace entre los sectores público y privado.

La teoría de la gobernanza busca nuevas maneras de hacer más eficiente la gestión gubernamental tomando en cuenta a los actores relevantes de cierta localidad: medios de comunicación, empresariado, ONG’s, sindicatos grupos religiosos, etcétera. La hipótesis es que el diálogo y las acciones conjuntas entre estos sectores en sus diferentes niveles puede hacer más eficiente la manera como el gobierno local responde a las necesidades de la comunidad donde gestiona.

Me parece que cursos como este, donde se facilite el diálogo entre sector público y privado, favorecen el desarrollo local de una manera muy efectiva.

¿Interesaría a los presidentes municipales en México contar con un foro de estas características? ¿Interesará al empresariado local favorecer el diálogo con el sector público con miras a buscar nuevas maneras de trabajo en conjunto para lograr el bien local? ¿Está preparada la sociedad civil para comprometerse en el trabajo en conjunto con los otros sectores?

Por Marco Iván Escotto Arroyo.
Coordinador del CEGI.

miércoles, 18 de abril de 2007

Bienvenido

Este espacio busca ser un foro de ideas donde la Gobernabilidad sea el tema alrededor del cual gire el resto de la discusión. Evidentemente, ello implica hablar de temas satélite como la política, economía, sociedad, cultura, empresa, valores y derecho como otros tantos.